América Latina es sinónimo de calor, ritmo,
excelente gastronomía y diversidad cultural. Una suerte de crisol en donde se
fundieron culturas milenarias con otras muy distantes. Un continente que se
hizo a sí mismo. Tal vez por este motivo el ingenio es una herramienta que todo
latinoamericano lleva consigo.
El más básico, el más desconocido y el de
mayor impacto
Desde tiempos muy antiguos, en el sur de Brasil,
Uruguay, Paraguay y en toda Argentina, los pobladores toman mate, una infusión
servida en un recipiente de calabaza a base de yerba mate. El té del sur, como
muchos podríamos llamarlo, es una bebida típica y humeante que suele ser
compartida entre varias personas de la mañana a la noche. Pero esta bebida
encierra un ‘desafío’. ¿Ya lo adivinaste? ¿Cómo calentar el agua cuando se
trabaja en la calle, en un coche, o cuando no hay cocina o microondas? Este
problema se le planteó hace casi 50 años al uruguayo Carlos Caggiani mientras
esperaba en la fila de un banco. Por ello inventó el más básico de los
conceptos de esta lista: el SUN, una resistencia portátil de cromo y níquel,
compuesta simplemente de un cable y un enchufe que se coloca en el agua y
permite calentarla. Tan simple como eso. Se enchufa a una toma de corriente, se
coloca dentro del líquido y en apenas unos minutos el agua ya está caliente o
hirviendo a gusto del consumidor. Caggiani lo patentó en 1963, según se recoge
en el sitio uruguayo www.requecheando.com, que cuenta la historia de éste y
otros inventos del país. Y ahora te estarás preguntando por qué el nombre SUN.
Pues bien. Es una sigla que significa “Soy una novedad”. Tan simple como el
propio invento. Original, ¿verdad?
Aunque actualmente está prohibida su venta en
Uruguay, en donde en la actualidad existen múltiples y nuevos mecanismos para
calentar el agua, el SUN es un gran ejemplo de cómo un sencillo desafío
práctico puede disparar el ingenio.
En otros casos, la curiosidad por explorar
impulsa a un inventor.
Esto fue precisamente lo que le ocurrió al
presbítero brasileño Roberto Landrell de Moura. Nacido en 1861 en Porto Alegre,
en el estado de Río Grande del Sur, Landrell de Moura era un estudioso de las
leyes de la física conocidas hasta ese momento. Al llegar el siglo XX, el
teléfono existía desde hacía al menos 25 años, aunque era un aparato que
todavía no había alcanzado el nivel de popularidad y difusión que obtuvo con el
paso de los años. Landrell de Moura tuvo la idea de que quizás sería posible
obtener los mismos resultados del teléfono ‘tradicional’ sin depender de los
incómodos cables. Aprovechando sus conocimientos sobre ondas sonoras y
lumínicas, el sacerdote creó los dispositivos que por primera vez permitieron
transmitir la voz humana sin depender de cables en 1901. Según varios ensayos
universitarios brasileños, su primera experiencia exitosa de transmisión de
ondas se remonta a 1894, cuando a través de ondas hertzianas llevó a cabo su
primer experimento precursor del teléfono inalámbrico, sin el cual no existiría
la telefonía móvil actual. ¿Te imaginabas que el celular era ‘tan antiguo’?
Los latinoamericanos son tan creativos que en Argentina
incluso existe la más antigua asociación de inventores del continente, la
Asociación Argentina de Inventores (AAI, http://www.inventores-aai.org.ar/diadelinventor.html).
Según la AAI, el 29 de septiembre es el día del inventor en este país.
Son muchos y muy interesantes los inventos
patentados por ciudadanos argentinos. Uno de ellos es más bien un descubrimiento,
aunque por su utilidad se convirtió en un patrimonio universal. El sistema de
identificación por huellas digitales existe desde hace más de 120 años, cuando
fue creado por Juan Vucetich.
Vucetich no era argentino de nacimiento. Había
nacido en 1858 en Lesina, en la isla de Hvar, territorio del imperio
austrohúngaro poblado por serbocroatas, tal y como menciona su biografía
oficial publicada por el Ministerio de Seguridad argentino. Sin embargo, adoptó
la nacionalidad argentina muy rápidamente. Y lógicamente, su historia figura en
los archivos del mencionado ministerio (http://www.mseg.gba.gov.ar/Juan%20Vucetich/juanvucetich.htm).
Primero porque Vucetich trabajaba para la policía cuando en 1891 estableció las
primeras identificaciones sistemáticas por huellas digitales. Y segundo porque
probablemente es la policía la que más se benefició de este sistema de
identificación. Vucetich bautizó su sistema como “icnogalangométrico”, aunque
hoy en día se conoce como dactiloscópico. Un instituto argentino para la
formación de expertos en criminalística lleva su nombre.
Para el final hemos dejado uno de los inventos
que más revolucionaron al mundo. La Universidad Autónoma de México, UNAM,
recuerda que Luís Miramontes Cárdenas trabajaba en una empresa llamada Syntex
bajo la dirección de eminentes científicos, cuando logró sintetizar la
norethynyltestosterona. El nombre suena muy complicado pero su uso es
extremadamente conocido, ya que se trata del componente básico de la pastilla
anticonceptiva. En efecto, la norethynyltestosterona evita la ovulación y por
lo tanto la posibilidad de fecundación y concepción. México fue, pues, la cuna
del anticonceptivo.
Estos son algunos otros inventos
latinoamericanos:
-
Walkman (Brasil)
- Bisturí
de punta de Diamante (Venezuela)
-
Semáforo para ciegos (Argentina)
-
Televisión a colores (México)
-
Guante de boxeo sin pulgar (Uruguay)
-
Jeringuillas descartables (Argentina)
-
Marcapasos (Colombia)
- Placas ecológicas livianas de esponja y desechos plásticos para construir
viviendas económicas y sustentables (Paraguay, Premio Rolex 2008)
Fuente: www.tudiscovery.com
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