Según Contexto.com.ar,
ser madre de un hijo brillante es un privilegio, pero también un reto.
Cuando él piensa, ya tu mente tiene que estar cien millas adelante. La
respuesta adecuada debe estar en tus labios y tus reacciones,
preparadas. Es una experiencia hermosa, pero hay que vivir en estado de
alerta intelectual.
Muchos padres entran en un culto a su propio ego porque tienen un
hijo brillante. Le ponen al ambiente escolar y a los maestros una
presión indebida en cuanto a cómo tratar al niño, sobre todo abogando
por privilegios:
-Le ponen presiones indebidas al niño exigiéndole más porque son brillantes. Deciden que su hijo es genio y les hacen la vida imposible con la carga de estudios y cómo cumplir con ella.
-Se les ocurre todo tipo de actividades extracurriculares porque el niño es muy inteligente, partiendo de la premisa que sin tiempo pueden cumplir con las tareas escolares.
-Los convierten en centros de atención de toda la familia y las amistades, creándoles un sentido de posesión y superioridad sobre todo.
-Se comportan con aires de superioridad delante de los padres de los compañeros de escuelas de sus hijos, y, por supuesto, sus hijos los imitan. Les crean un ambiente social hostil en la escuela.
-No entienden la diferencia entre la capacidad intelectual y el desarrollo social y emocional del niño. La realidad es que el área intelectual se desarrolla paralela a lo emocional.
Ser brillante no es sinónimo de madurez emocional. Pero les exigen a
los hijos lo que no pueden dar a nivel psicológico y no los ayudan a
tener un desarrollo social normal a tono con su edad cronológica.
¿Qué determina que un niño sea catalogado como brillante o genio?
La medida tradicional aceptada es el IQ o cociente de inteligencia. Se administran unos exámenes estandarizados y la escala es:
-90-110-inteligencia promedio
-110-119 inteligencia superior
-120-140- inteligencia muy superior
-Sobre 140- genio o casi genio
Esos exámenes revelan también unas destrezas de ejecutoria cuya
interpretación es individual. Sin embargo, hay otras conductas que se
observan en la escuela y a menudo en su hogar, que identifican a un niño
brillante:
-Conoce la respuesta a lo que le preguntan
-Se interesa en todo
-Atiende
-Tiene buenas ideas
-Trabaja duro en sus deberes escolares
-Responde las preguntas que le hacen
-Es receptivo
-Copia con precisión
-Disfruta la escuela
-Absorbe información
-Es bueno memorizando
-Es alerta
-Está por encima de su grupo
-Escucha con interés
-Aprende con facilidad
-Entiende las ideas
-Disfruta de sus compañeros
-Entiende los significados de lo que lee y escucha
-Completa las tareas
-Se complace en aprender
-Se interesa en todo
-Atiende
-Tiene buenas ideas
-Trabaja duro en sus deberes escolares
-Responde las preguntas que le hacen
-Es receptivo
-Copia con precisión
-Disfruta la escuela
-Absorbe información
-Es bueno memorizando
-Es alerta
-Está por encima de su grupo
-Escucha con interés
-Aprende con facilidad
-Entiende las ideas
-Disfruta de sus compañeros
-Entiende los significados de lo que lee y escucha
-Completa las tareas
-Se complace en aprender
Si tu hijo es brillante, apóyalo en sus aprendizajes sin sacrificar
su adaptación social. Recuerda que su madurez emocional no
necesariamente responde a su inteligencia. Necesita tener amigos, jugar y
crecer a tono con su edad. En muchas creaciones, sus reacciones van a
ser al nivel de su edad y no de su inteligencia. No le pongas presión. Y
cuando te abrume haciendo preguntas cuyas respuestas tú no sabes,
tampoco te pongas presión tú. Sugiérele que busque información por sí
mismo y después la comparta contigo.
Por Ofelia Perez
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